Sobre mi primer crush de Universidad puedo decir mucho; que si es rubia, que si tiene ojos de color, que si es alta o tiene unos hermosos senos , pero no me centraré en ello, empero, me atreveré fiel a mi costumbre describirle de la manera más elocuente que me pueda permitir tomando siempre como premisa el impulso sutil de la naturaleza y sus argucias emocionales, pero sobre todo, la razón.
La conocí en los cursos de inducción y no bastó mucho tiempo para fijar mi atención en ella, al igual que hicieron mis futuros colegas desde el momento en que se presentó en el aula.
Me cuesta un poco pensar en como, y debido a mi (otrora¿?) carencia casi patológica de calor femenino, no me costó más que unos días el elevar las cosas, y de manera consecuente elevarla.
No es un ser necesariamente especial, nada ofrece distinto a otra mujer en cuanto a términos biológicos y evolutivos, en cuanto a su cuerpo, posee éste el mismo par de ojos, piernas, brazos, senos y glúteos que poseería cualquiera, la misma cavidad húmeda que bajo la estimulación adecuada eyecta vida a los nueve meses, cabello, uñas de colores diversos merced de un accidente sutil y delicioso que ha moldeado estos deíficas formas hasta rozar el ideal.
Ocasionalmente
se le puede ver consumiendo alcohol o tabaco, sólo ocasionalmente, a
manera de distracción y no como (mayormente sucede entre consumidores
asiduos) paliativo.
Ella,
pues, tiene en tanto a mujer un accidente sutil que necesariamente le
ha otorgado cotización y respeto de una forma meramente instintiva por
parte del género opuesto, un status que condecora a aquellos cuya
silueta es preciada según lo ut supra mencionado.
Su lozanía me remite a un individuo sin grandes curvas en su vida, sin grandes contrastes entre experiencias gratificantes y experiencias de carácter adverso, no existen deformidades aparentes en ella en lo tocante a sustancia y accidente; además por si fuere poco, su fenotipo no le traiciona y al investirle de una epidermis más clara que el imaginario común, le otorga el punto de valor de la distinción.
Decíamos pues, de sus curvas no mórbidas, que al carecer de ellas, esta rubia no se ha visto en la necesidad de liberar una faceta de ella misma bajo los límites de su consciencia y raciocinio al ser violados por una situación anómala y adversa, o una de plenitud y ensimismamiento egoístas. Jamás se le ve alterada o tensa, nerviosa o a la expectativa de algo que le torne inestable. Esta característica casi sin importancia actúa , empero, como imagen de rebote de su momento sociobiológico a la cual, sólo hace falta determinar el índice de refracción (Desviación SB) para entregar un informe totalmente fidedigno. Le encontramos, pues, libre de toda gran perturbación al menos en apariencia, lo que la hace ser una persona de trato sencillo y mente accesible, moldeada también por el ser social que a manera de facultad de ingeniería la ha anegado del ser varonil, de sus conductas y sus imprimaciones, llevándola así a adoptar conductas con marcada influencia masculina, sin decaer ni divagar en ningún momento su camino elemental biológico.
Decíamos pues del trato sencillo, y de la mente accesible que vienen determinadas por el denominado núcleo estándar del pensamiento, que sirve como plantilla básica de relación social si se ha estado expuesto a la sociedad bajo condiciones adecuadas de tiempo y modo, y que se presenta cada vez más natural en el ser humano. El núcleo puede tomar diversos valores o formas dependiendo casi directamente del superyo, del núcleo social más íntimo quien a diferencia del ser natural que es caótico, sigue ciertas pautas definitivas, tiende a categorizarse como base y que, en cierta forma lo es, ya que sin racionalizar previamente dicho núcleo se cristaliza y replica en aspectos más globales de la sociedad, provocando reacciones directas conscientes, directas inconscientes, e indirectas y muy complejas según la idea que se asignó en la mente.
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