Y entonces recordamos que no somos más que eso, almas tan livianas que al primer soplo de viento resultan disparadas por los aires. Somos ataúdes inmensos donde guardamos nuestros propios anhelos, nuestras alegrías, nuestra inexistente identidad. Somos canas en un pajar, pájaros en la parvada.
Nos contoneamos en el andar de nuestra miseria. Hemos exigido al mundo brazos abiertos, abiertos a los nuestros pero nosotros no tenemos. No poseemos nada. Seguimos vacíos, tan acompañados en nuestra abstrusa soledad, que el simple hecho de pensar ya nos parece una osadía, brotamos entre flores muertas y cizaña hacendosa, solo para morir enterrados en la misma tristeza plausible en la que nacimos. Somos hiperbóreos, somos, en fin, existimos a veces bajo el triste letargo de un vistazo de grandeza, y luego; abrimos los ojos y advertimos que nuestra vida vale nada sino unos mililitros de tinte para las uñas, o un par de zapatos nuevos.
Nos extinguimos en ese sopor anhelante que lega el pobre a su hijo y que el rico no conoce, nos desintegramos en materia de soledad errante, canjeamos nuestros recuerdos y añoranzas por mierda envuelta en tira para regalo. Somos los mismos que hace cinco años lloraban por algún ardid emocional inconcluso, solo que ahora perdemos la poca conciencia que nos quedaba en el mismo nombre.
It's never simple never easy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario