14 dic 2013

De vuelta

Cuando Jesús volvió a la tierra vestía unos ajustados y acaso algo azulados Levi's. 
No se sentía muy bien y por lo mismo tosía un poco, sutilmente y cojeaba;  aunque no mucho de su pierna derecha.

        Ha cambiado sus viejas y polvorientas sandalias por un par de pragmáticos Nike de color Negro, de los cuales no soy digno de siquiera atar sus otrora blancas y fugitivas cuerdas, que ahora se mecen y adornan tras esa aura mítica y todopoderosa que desprende hasta por la planta de sus perfectos pies, objetos recientes de una pedicura.

 Se ha decolorado los cabellos, ahora una pertinaz cordillera de áureas cañadas le escurre por la frente al más puro estilo contemporáneo.
Ha trocado su ramillete de profundísimas parábolas por preguntas de respuesta obvia y moldeado su circunspecta pero cálida voz por un chillido de tono amarillo que algunas veces, sólo algunas tiende al rosa.

       Ya no es aquél que con un par de palabras imponía el silencio en la sinagoga, ya no; sólo es alguien que ahora vive más para sí mismo y tal vez existe un poco menos.

Calza una mirada furtiva, cuyo dominio se remite a aquel horizonte inalcanzable, a aquellos terrenos que alguna vez gobernó su padre. Lleva tatuados al pecho unos breves harapos blancos portadores de un mensaje, que si bien dista mucho del Rex Iudaeorum nos recuerda que sigue siendo el rey y que su divinidad insondable no debe nunca ser pasada por alto.
El siglo XXI le ha sentado de puta madre y porta unos malditos frenillos que ciertamente no evito envidiar. Sus labios se muestran rojos, dando vida de nuevo a la ramera leyenda del vino y el agua.

Jesús ha vuelto, ¡Aleluya! Ha vuelto. 
Jesús me gusta; me gusta mucho más que siempre. 


À-propos de la blasphème intrinsèque d'un coeur. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario