15 feb 2014

Millonarios de Izquierda.



      Entonces penetro. Siento sus labios tersos y asalmonados rodeando mi hombría y me deleito en contemplar sus rollizos senos golpeando una y otra vez, con un compás musical su pecho. Su respiración entrecortada se trocaba por gemidos más o menos esporádicos llenos de un mítico halo de lujuria de Kindergarten. Sus besos me parecían más vívidos que nunca, dotados de morfina pura, de una implosión de energía digna de los cristales más finos e inmaculados. Corre Agosto del 2013, así como yo tres patéticos minutos después.
     La abrazo, luego la beso. Hiede a sexo, uno distinto, uno de primer nivel, con una mujer de primer nivel.
Antonella y yo discurrimos por alrededor de cinco horas hasta que mi Optimus L5 da las 7 de la mañana y mi hora de abordar el autobús rumbo al diplomado de alemán.
      Aún irradiado por aquél magnífico halo de inmortalidad, me levanto con presteza de lado de Anto, quien no tardó mucho en caer dormida, tomo mis cuadernos y me dirijo a esperar el bus en la estación Centauro sin haber tomado siquiera la usual taza de café matutina. 
      Una vez abordo mi transporte; el cansancio provocado en la anterior jornada y una pesadez infrahumana, aunados al hecho de que el autobús se encontraba lleno hasta el tope comienzan a hacer mella en mi y finalmente a la altura de la estación Sicomoro mis ojos se cierran y mis piernas flaquean, resultando en un fortísimo golpe de cabeza y muslos ante la risa de las decenas de personas que abarrotan el transporte colectivo; tomo mis cosas y el ápice de dignidad que me restan y decido volver a casa y saltar por ese día la escuela.
Al regresar encuentro a Anto en la misma posición que la dejé, la contemplo un momento, su cabello largo, su sumisión total en la cama. La furia con la que la había poseído la noche anterior y demás nimiedades que no tiene sentido destacar. 
 
      La sangre de mi cuerpo se acomoda rápidamente en mi falo y una necesidad imperiosa de repetir lo de hacía unas horas me cercena, pero es mejor detenerse. Frank podría bajar en cualquier momento y encontrarnos, y aunque por más que sé que no diría ni haría nada es mejor simplemente evitar la situación y limitarme a recostarme junto a ella y besarla. 
      Ahora que ya estoy sobrio y un poco más lúcido que en la velada anterior puedo notar un desagradable hedor a Red Label y Absolut, que juntos habían hecho las veces de cupido, como catalizador sombrío pero inalterable para aquellas almas en búsqueda de alguien con quien compartir sus miserias apiladas y erosionadas por años de inexistencia. Me aparto aún con una erección y me dirijo a mitigarme al baño. Duermo entonces tres horas en el sofá principal hasta que Anto despierta y de la manera más cordial prepara algo de Omelette du fromage que acompaña con baguettes que tienen ya dos o tres semanas en la alacena.
     No me puedo quejar, el desayuno es espléndido como la noche que me regaló.
 
     Conversamos por casi una hora, repasando nuestras vidas, todo lo que teníamos en común y como ésto había influído en la gestación de la noche de ayer y estos momentos que ahora compatimos hasta que finalmente llega la hora, Anto se retira, vuelve a su casa y yo a mi castillo de cristal.
Me despido de ella cordialmente, con una reverencia antinatural y mezquina y simplemente le deseo un buen día.
    Tomo entonces mi L5, llamo a mi novia Courtney y le reitero cuanto la amo y cuán agradecido estoy con Dios por haberla puesto a mi lado. 




No remorse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario